El medio ambiente es la combinación de los elementos naturales -físico químicos y bióticos – y los elementos socio económicos que constituyen el entorno y las condiciones de vida de un individuo, de una población y de una comunidad.Es el conjunto de los elementos naturales en el seno de los cuales se desarrolla la vida.
He comenzado esta reflexión/articulo con la definición del medio ambiente, porque nos conviene a todos saber que cualquier acto que influya en ese entorno, nos influye a nosotros mismos a nivel individual.
Cuidar el medio ambiente es cuidarnos a nosotros mismos. El otro día descubrí un escrito – gracias Pablo- que me hizo recapacitar y pensar sobre este asunto del medio ambiente, tan importante para todos.
Dicho escrito trata de una encina que se dirige a los humanos, y dice así:
«A vosotros, los de la voz y el hacha, os escribo con miedo. Solo un instante para la sorpresa. Concededme a continuación el derecho a pedir la palabra por esta vez, la primera y tal vez la última.
Llevamos millones de años calladas y siglos siendo el soporte para esos retorcidos trazos negros que llamáis escritura. Por favor, pensarlo detenidamente: nos usáis para muchas cosas, os damos sombra y calor, alimento para vuestros rebaños, pero también, ojo, nuestros suspiros fabrican la transparencia que aman vuestros pulmones. solicito a cambio un poco de atención. Esta carta es el último deseo de una sentenciada.
Soy una encina y tengo una queja tan grande que creo justificada esta protesta por escrito. No creo demasiado en su efectividad, pero, por si acaso. Tanto escepticismo se basa en que hace mucho tiempo que de la mayoría de vosotros, los humanos, solo notamos vuestra larga mano de acero sobre nuestros cuerpos que nos va dejando separadas, dispersas y finalmente símbolos desplomados. Urge, pues, que toméis conciencia: nos estamos acabando aceleradamente porque ya no es el hacha sino las gigantescas máquinas de boca insaciable las que nos derriban. Basta un instante para que ese largo proyecto de vida que somos las encinas desaparezca. Todavía más graves resultan los daños colaterales, las secuelas indirectas.
Últimamente el cambio climático siembra el virus de la seca en nuestras apretadas formaciones y en nuestras abiertas dehesas y nos está diezmando.
Somos, en cualquier caso, algo levantado, como las catedrales, a lo largo de siglos, incluso milenios. Edificios, insisto, que
se desploman demasiadas veces en muy poco tiempo incluso en solo segundos. Tan paciente trabajo de la naturaleza no es capricho sino sabiduría. Nuestra lentitud es nuestra salvaguardia para otros muchos.Entre lo vivo solo vosotros tenéis prisa por conocer el final. Las encinas somos lentas, muy lentas, con un fin claro que da resultados, casi vencemos al tiempo y por eso nos da tiempo para ser comida y hogar, para muchas generaciones de muchos miles de otros seres vivos.
No menos regalos os proporcionan nuestros brazos y nuestro traje de hojas que siembran sombras allí abajo justo donde nuestros pies interrogan al suelo. Suelo que nosotras mismas hemos creado para que vosotros, más tarde, cosechéis cosechas. No olvidéis que no existe labrantío allí donde no hay o no hubo árboles.
Pero el bosque, sobre todo el que se atreve a crecer en tierras cálidas y secas es mucho más; es descanso y afable caminata, fábrica
de los mejores futuros posibles y color esperanza en los ojos; es la pregunta más alta al cielo por algo vivo en la tierra, es el teatro de todos los trinos es decir el primer concierto, no menos destierro para la sed, lo ocre, el polvo y la soledad. Somos un regalo lleno de regalos.
Y sin embargo, nos acabáis.
No ha bastado toda la experiencia de doscientas generaciones de campesinos que nos respetaron y hasta divinizaron porque entendían que nosotras somos el último eslabón de un reino, el vegetal, como vosotros lo sois del animal. Así, por tratarnos de tú a tú y por nuestras infinitas prestaciones nos iba bien.
¿Qué soberbia os anima ahora para cambiarlo todo de lugar hasta que desaparece? ¿Por qué abrís la puerta al desierto? ¿No resuena, en las últimas esquinas de vuestras calaveras, el trueno de nuestra caída, o ese desgarrador alarido de un cosmos vital entero al que se le arrebata su hogar? ¿Acaso resulta más llevadero para vosotros este iros quedando solos, vacíos, sordos, ciegos, atados para siempre a la estúpida podredumbre de la línea recta?
No lo entendemos, de verdad, y por eso he recurrido a quemar este último cartucho y conste que una vez más no estamos pensando solo en nosotras, nunca lo hicimos. Sencillamente estamos convencidas de que si nos vamos para siempre vosotros, entonces ya tarde, nos echaréis de menos. Lástima porque no éramos tan malas compañeras.
Queda muy poco pero la rendija todavía está abierta y deja pasar algo de luz. ¡Por favor no cerréis la puerta que también es un regalo nuestro!
Os saluda atentamente una, a partir de ahora, callada y ya solitaria ENCINA.
Carta obtenida del capítulo «Bellezas Contadas»,del libro «Los árboles te enseñarán a ver el bosque», de Joaquín Araujo.
Espero que esta carta de una encina a los humanos también te sirva a ti para hacerte recapacitar sobre como estás actuando con tu entorno, con el medio ambiente.
Jesús Inarejos, Delegado Secretaría de medio ambiente, Chiva somos todos.
Cuidemoslo. Cuidemonos.